Huesca

Nocito, el valle escondido de Guara

La cara norte de la Sierra de Guara es una auténtica caja de sorpresas. Si su cara sur es un auténtico reclamo para las gentes del llano de la Hoya de Huesca y el Somontano de Barbastro, su cara norte es el refugio predilecto del caminante solitario.

Nocito, ubicado en los confines de la comarca de la Hoya de Huesca, es un pequeño caserío que viene manteniendo, desde hace más de una década, un censo más o menos constante de una treintena de habitantes. El valle de Nocito es un corredor natural geográficamente aislado, de rotunda belleza, que se adentra en las entrañas de la cara norte de Guara desde la población de Belsué, el núcleo más cercano a la A-23 que remonta el puerto de Monrepós.

Entrada a Nocito: río Guatizalema y Tozal de Guara
Entrada a Nocito: río Guatizalema y Tozal de Guara

La visión con la que amanecen todos los días los escasos habitantes de este remoto valle es sobrecogedora: las abruptas vertientes de umbría de la Sierra de Guara ante sus ojos. Y qué diferente se muestra el Tozal de Guara, máxima altitud de esta sierra con sus 2077 msnm, desde el valle de Nocito. Su semblante, mucho más agreste y alpino, nos sorprendió por sus increíbles cortados y escarpes, más propio de otras cordilleras más septentrionales. La ruta que elegimos fue una circular por el entorno de Nocito, que resultó ser mucho más complicada de lo que pensábamos en un principio.

Puente medieval sobre el Guatizalema.
Puente medieval sobre el Guatizalema

Arrancamos desde el puente medieval sobre el río Guatizalema y cruzamos la calle principal del barrio de San Pedro de Nocito hacia las bordas situadas en la margen izquierda del curso fluvial. El camino discurre en ligero ascenso entre antiguos campos de labor y se encamina hacia el barranco de Abellada, uno de los principales aportes hídricos que dan vida al barranco de la Pillera, kilómetros más abajo. Un poco antes, vadeamos el cauce de agua saltarina del barranco que baja desde el Santuario de San Úrbez (visita que quedó en la lista de pendientes), con lo cual intuimos que iba a ser una caminata de pies mojados.

Primer tramo de la ruta por senderos como este
Senderos  de roca, erizón y boj

Efectivamente, el barranco de Abellada, cuyo origen se sitúa cerca del despoblado del mismo nombre en plena Sierra de Aineto, venía con un caudal considerable y nos las vimos y deseamos para vadearlo sin remojar nuestros pies. Las últimas lluvias habían convertido la sierra de Nocito en una auténtica esponja empapada, incapaz de absorber más agua, con un nivel freático colapsado y repleta de manantiales espontáneos por doquier. La subida hasta la cabaña de las Cañatas fue una sucesión de pequeños regatillos que bajaban a toda prisa a desaguar al barranco de Abellada. El sol, el agua y el barro acompañaron nuestras pisadas flanqueadas por la presencia perenne de hepáticas, prímulas, violetas, bojes y pinos.

La primavera se intuye
La primavera se intuye

Así llegamos hasta los arruinados muros de la mencionada cabaña, antiguo lugar de paso de la Cañada Real, desde donde pudimos disfrutar de la mejor panorámica de todo el recorrido: la cara norte del Tozal de Guara se abrió ante nosotros para demostrarnos que no es una montaña cualquiera, que es el pico más elevado del Prepirineo oscense y que guarda para sí un lado salvaje e indómito. Al otro lado, se recortaban en el horizonte las eternas Tres Marías, las reinas de Ordesa.

Momentos antes, preguntaba por el Tozal de Guara y me encontré esto
Momentos antes, preguntaba por el Tozal de Guara y me encontré esto

Nos quedamos un buen rato admirando las canales de nieve del Tozal de Guara, la enorme inclinación de sus laderas, el flanco este del roquedal cimero que parece estar tallado a escoplo y cincel o los abetales que escalan hasta casi la misma cima y se aferran a un terreno poco propicio para el progreso de la vida.

Descensos con vistas grandiosas
Descensos con vistas grandiosas

Con esa imagen en nuestra retina, descendimos entre el Tozal de las Cañatas y el Pico Posento, adentrándonos en lo más profundo de las torrenteras de esta parte de la sierra y dejando ya muy arriba las cumbres nevadas del Tozal de Guara. Cruzamos el barranco de las Cañatas y nos dispusimos a avanzar por el primer tramo del aparente cauce seco de la Pillera.

La verticalidad del Tozal de las Cañatas
La verticalidad del Tozal de las Cañatas

Vegetación densa, sensación perpetua de humedad y pasos entre rocas moldeadas por la acción del agua, inmersos en la más profunda soledad de un barranco que cobijaba en su interior un río dormido que veríamos despertar unos kilómetros más abajo. Mientras descendíamos por el lecho seco nos sentíamos como el agua superficial de escorrentía que solo transita encajada entre esas paredes cuando las lluvias son abundantes.

Cauce seco de la Pillera con vegetación exuberante
Cauce seco de la Pillera con vegetación exuberante

Maravilloso espectáculo que se magnificó cuando llegamos a la fuente de Fuendeguaril, lugar donde manan las aguas escondidas de la Pillera y donde la humedad favorece el crecimiento de diversos ejemplares adultos de Taxus baccata (tejos). El rugido del agua de la Pillera nos hizo presagiar que los sucesivos vadeos hasta alcanzar la pista en dirección hacia Nocito iban a estar pasados por agua. Y así fue. No hay puentes, ni pasarelas, ni nada que se le parezca, solo piedras que estaban sumergidas bajo las aguas bravías del barranco. Así que lo único que pudimos hacer fue meter nuestras piernas en remojo si queríamos volver al coche.

La fuente de Fuendeguaril rebosante de vida
La fuente de Fuendeguaril rebosante de vida

Aguas gélidas para un día de finales de marzo en plena montaña: qué duda cabe, la montaña nos pone a prueba constantemente. Antes de llegar a la badina Estañonero, lugar donde confluyen las aguas de los barrancos de la Pillera y la Abellada, vimos cómo el barranco que recoge las aguas de la Fuente Espátula se descolgaba desde el Collado de Chemelosas con gran estruendo. El conocido como Brazo de Mar, una cueva inundada, lucía una lámina de agua quieta y cristalina. En la badina Estañonero, por supuesto, ni rastro de pasos factibles para vadear las crecidas aguas de la poza, así que atravesamos el río con el agua prácticamente acariciando nuestras rodillas.

Claroscuros entre aguas impetuosas
Claroscuros entre aguas impetuosas

Afrontamos el último tramo de la Pillera siguiendo el curso de la trocha marcada por una antigua pista forestal que se utilizó como vía de saca de madera. Todavía algunos muros aguantan dignamente el paso del tiempo y de las aguas impetuosas del barranco. Luego una pista forestal nos condujo sin pérdida hasta el pueblo de Nocito. ¿Cómo podríamos resumir la ruta? Salvaje por el entorno y acuática por las ingentes cantidades de líquido elemento que nos acompañaron de principio a fin. Nunca vimos peligrar nuestra integridad física, pero somos conscientes de que unas semanas más tarde este recorrido habría sido irrealizable por los grandes volúmenes de agua que habría arrastrado la Pillera a causa del deshielo.

La badina Estañonero sobrada de agua. (Foto tomada con teléfono móvil)
La badina Estañonero sobrada de agua. (Foto tomada con teléfono móvil)

Al llegar al coche, fuimos conscientes de que un valle escondido en el Prepirineo de Huesca nos había regalado uno de los días más memorables desde que habitamos esta tierra llamada Aragón. ¡Qué belleza poder transitar casi en completo silencio durante una jornada entera de senderismo! Para nosotros, amantes de la montaña, el contacto frontal con la naturaleza en silencio constituye un auténtico lujo en pleno siglo XXI. No necesitamos fastos, solo una mochila, pies y pulmones para sentirnos realizados.

 Ruta completada:

Ruta circular por el entorno de Nocito (es recomendable realizar esta excursión con tiempo cálido, pues hay que realizar unos 15 cruces de diferentes barrancos y, según en qué épocas, pueden llevar bastante caudal, especialmente el de la Pillera).

2 comentarios sobre “Nocito, el valle escondido de Guara

  1. Hijo, si yo tuviera unos cuantos años menos, tened por seguro que os acompañaría en muchas de vuestras andanzas por tierras aragonesas.

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