Nunca pensamos que la ascensión al modesto Pico Peiró nos llegaría a ofrecer tantos regalos en tan corto espacio de tiempo. Es una excursión de modesta longitud (se puede alargar saliendo desde Arguis), con un desnivel algo acusado al principio, pero sin ningún tipo de dificultad añadida.
El incontestable valor ecológico de este rincón prepirenaico le ha servido para ser catalogado como Lugar de Importancia Comunitaria, con el nombre LIC Monte Peiró-Arguis.

La recompensa es enorme cuando se contempla el horizonte desde su espolón cimero situado a 1586 msnm que, a modo de costilla caliza, permite que el senderista se deleite con una vista panorámica inolvidable: la cadena pirenaica aragonesa prácticamente completa (desde el Bisaurín hasta el Cotiella), el valle del río Garona, el valle de Arguis con su pantano, el más antiguo de Aragón, la planicie de la Hoya de Huesca con la Sotonera a modo de mancha acuática en el llano o el omnipresente padre Moncayo son algunos de los hitos visibles desde la atalaya del Peiró.

El sendero se inicia con los tramos de mayor pendiente del recorrido entre las sombras de un espeso pinar laricio. Las primeras rampas hacen sudar de lo lindo, así que, ¡qué mejor manera de entrar en calor! Poco tiempo más tarde empiezan a aparecer los primeros ejemplares de robles y algunas hayas jóvenes que, despistadas, medran en orientaciones algo más umbrosas.

Después de superar el pinar y recorrer la senda a través de falsos llanos, se llega a un auténtico regalo que nos hace la ladera norte de la Sierra de Gratal: un viejo hayedo con nobles ejemplares de hasta 200 años. Sus troncos de color gris ceniciento contrastan con el estallido verde clorofila de sus copas en primavera. Son, para nosotros, unos árboles inmensamente cautivadores que, además, resultan ser uno de los mejores aliados frente a la erosión de los suelos que ocupan. Este bosque umbrío del Peiró se aprovecha de unas condiciones de humedad especiales, de hecho, se asienta en lo que se considera la cabecera del río Garona, el barranco del Peiró, seco durante la mayor parte del año.

A los pies del hayedo, no hay ni rastro del árbol que tradicionalmente se asocia a este tipo de bosques atlánticos, el abeto. En su lugar, progresa una de las mayores concentraciones de tejos del Prepirineo de Huesca. Otra singularidad más de una excursión que todavía tiene muchos más alicientes.

Abandonado el hayedo primaveral, del que dicen es uno de los más sureños de Huesca, tomamos decididamente una senda que carece de todo abrigo forestal y donde los erizones y bojes adquieren todo el protagonismo de la andada hacia la cima. No está exento de belleza este tramo, ya que había rincones que guardaban cierta semejanza con un pequeño jardín oriental, eso sí de factura oscense, con sus piedras y arbustos de corta altura situados estratégicamente para imaginar tal efecto.

No se tarda en llegar a un precioso collado donde una pequeña porción de pastos se abre paso entre la turba de erizones. Es un lugar ideal para admirar la solitaria quietud de un valle prácticamente desconocido como el del río Garona (al que invito a conocer aquí y aquí), un callado afluente del Gállego que termina tributando sus aguas en el silencioso caserío de La Garoneta Vieja. Solo queda remontar la pendiente en dirección norte hacia el evidente roquedal que conforma la cima del Peiró.

Allí la panorámica es sencillamente maravillosa, de aquellas que no se olvidan nunca. No pasemos por alto unos buenos prismáticos y una cámara de fotos para inmortalizar las inmensas perspectivas que se aprecian desde esta privilegiada fortaleza rocosa. Eso sí, que nuestra memoria fotográfica sea mucho más poderosa que cualquier visión digitalizada de nuestros paisajes. Recordar con mirada encendida aquellas vistas que presenciamos desde el Pico Peiró es uno de los mejores alicientes para seguir recorriendo sendas y conquistando cimas.

Ruta completada:
Ruta alternativa más larga (circular):
Subida al Pico Peiró desde Arguis, gracias al blog «Buscando bucardos»
Muchas gracias por tu enlace! Es verdad que la relación «calidad (vistas) – precio (esfuerzo)» es inmejorable! Bonito valle la Garona!
Hace ya más de dos meses desde que subimos al Peiró, pero sigue siendo una gozada recordar la caminata. Como es una excursión corta, cogimos el coche y recorrimos el valle de la Garona, paramos en Rasal, vimos que hay varias rutas que salen desde el pueblo hacia Loarre pasando por el Puchilibro y terminamos el día viendo la ermita larredense de San Juan Bautista de Rasal. Así que, jornada completa con muchas sorpresas.
Como siempre: paisajes impresionantes que por aquí no tenemos.
No hay hayedos allí, no, pero hay muchas otras cosas muy interesantes.
En cuanto a esta ruta, muy difícil encontrar una excursión más completa por panorámicas, flora y sendero corto.