Zaragoza

Hoces del Huerva, naturaleza intacta

Seguimos adentrándonos en los sectores ignorados del Huerva, lugares de naturaleza prístina que nos dejan estupefactos, rincones donde este río revela su verdadera identidad. El tramo que discurre por Herrera de los Navarros es sencillamente maravilloso.

Calificarlo de otra forma sería faltar a la verdad. Gracias a este tipo de paseos me estoy reconciliando con un río que sé que tenía otra cara diferente a la que muestra cerca de su desembocadura en el Ebro en Zaragoza. Nuestro río, el que pasa a unos cuantos centenares de metros de casa, el que consigue refrescar estas tórridas noches de verano, el que no parece ser merecedor de respeto en su última etapa de vida, vive una vejez bastante penosa justo cuando se adentra en el cinturón industrial de Zaragoza.

Pinar en el paraje de las Saladas
Pinar en el paraje de las Saladas

Sin embargo, en su adolescencia y madurez fluvial, los pequeños pueblos parecen abrazarlo a su paso, lo miman, se funden con él, sabedores de que sus aguas han regado sus vegas desde antiguo, han saciado su sed y han aliviado los grandes calores cuando antes la única piscina que había era el lecho pedregoso de un río. Herrera de los Navarros no es una excepción.

Me siento un poco buitre desde aquí
En territorio del buitre

Salgo por el camino del Molino Alto en dirección al molino de las Saladas. Me adentro en el silencio más absoluto, solo alterado por el ulular del viento en los collados. Este camino, ahora repoblado de pinos, debió conocer un gran trasiego por la amplitud que muestra la trocha en algunos puntos. En la Peña Gorda, el pinar empieza a menguar y las panorámicas de las hoces del Huerva comienzan a ser grandiosas. Desde estas peñas, oteo el horizonte como harían los buitres que sobrevuelan mi cabeza y que sé que harán en cuanto me marche de allí.

Horizontes de pinos
Horizontes de pinos

Ahora el camino resulta ser una sinfonía de plantas aromáticas que perfuman cada paso con un aroma realmente dulce: santolinas, lavandas, romeros y tomillos conquistados por ejércitos de abejas que trabajan sin descanso. Dicen que los olores se perpetúan en el cerebro y despiertan en nosotros emociones y recuerdos. Si esto es así, que lo es, será difícil olvidar esos centenares de metros que anduve entre esas plantas a un lado y a otro del sendero.

Perfume natural
Perfume natural

Como suponía, los buitres ya ocupan las almenas de piedra que les he usurpado hace un rato. Intuyo que mi presencia no os hace mucha gracia, pero no os preocupéis, ya me marcho, solo quería saber lo que sentís y veis subidos a lomos de esas atalayas. Os tengo envidia, por supuesto. Llego al destartalado corral de la Hoya del Buitre, una serie de construcciones humildes de adobe, cáñamo y teja destinadas a guardar el ganado y a dar abrigo a los pastores.

El
El refugio de adobe del pastor

El nombre de este lugar no podía ser más pertinente. Desde aquí, diviso los cantiles de la Peña Gorda desde donde los leonados me vigilan insistentemente. Deben estar muy poco acostumbrados a la presencia humana y hacen bien en ser desconfiados. Desde este pequeño páramo, me pongo en la piel de los pastores que tuvieron que convivir con la mirada penetrante y el vuelo imperial de estas rapaces. Pastores y buitres, buitres y pastores.

Piedras que desaparecen
Piedras que desaparecen

La pequeña cabaña pastoril conoció mejores tiempos, pero los rescoldos de la España rural aún siguen palpitantes en su interior. Un catre oxidado y deforme y una serie de cazos reposan en este lugar esperando lo inevitable. El Molino de las Saladas está a pocos metros y apenas se distingue nada entre tanto verdor y ramaje. La naturaleza está reclamando lo que le pertenece por derecho propio.

Se respira paraíso
Asombrosos remansos
El Huerva canta
El Huerva canta

Llego al mismo cauce del Huerva y me dejo llevar. Inmensos álamos pueblan su ribera en un estallido primaveral de tonos verdes, aguas cristalinas y trinos incesantes. Agradezco el frescor y la sombra que me proporcionan esos árboles mastodónticos de inabarcables troncos. ¿Cuántos años lleváis aquí?

Naturaleza intacta

Pasos naturales
Pasos naturales

¿El Huerva, ese humilde y maltratado afluente del Ebro, ha creado todo esto? Cuesta creer, pero así es. Naturaleza virgen frente a mis ojos. No es fácil encontrarse lugares así en la provincia de Zaragoza. La fauna que habita en el río indica hasta qué punto estas aguas son puras.

Verde que te quiero verde
Paleta de verdes
Playa fluvial
Playa fluvial

Abandono el sendero fluvial a la altura del Molino del Zorro con la sensación de haber estado en otra dimensión. La vegetación húmeda selvática que me acompañaba da paso a un sol abrasador y a un tupido quejigar que se ciñe a la montaña.

Aquí me quiero quedar

El del Zorro parece un molino de mayor entidad que el de las Saladas, aunque ambos han corrido la misma suerte. En esta zona se encuentran los restos de la ermita románica de San Miguel, perteneciente al despoblado medieval de Luco de Huerva.

Rueda que ya no mueve molino
Agua pasada no mueve molino

Dejo su visita para otra ocasión porque el calor comienza a ser agobiante y todavía tengo que regresar a Herrera por un camino donde sé que la sombra brilla por su ausencia. Tomo el camino de vuelta que comparte parte del trazado que unía las poblaciones de Herrera y Aladrén. La concentración parcelaria del Campo de Daroca con sus rojísimos campos recién arados y los tonos ocres del cereal a punto de ser cosechado me ofrece un cambio radical de paisaje.

Paisaje humanizado
Cereal en los altos
Herrera de los Navarros
De frente hacia Herrera

Llego a Herrera de los Navarros y me detengo en la iglesia fortaleza de San Juan Bautista del siglo XIV. Me impresiona la altura y la decoración de la torre. Mudéjar en plenitud. Paseo por sus calles tortuosas de herencia árabe. Se nota que fue un pueblo grande, de importancia (2224 almas en 1930), ahora venido a menos, como tantos otros. El mermado río de Herrera, afluente del Aguasvivas, divide la población en dos a través de un cauce hormigonado.

Mudéjar puro
Mudéjar puro

Rincones del antiguo Herrera

Llega la hora de marchar. Estoy feliz de haber conversado con el Huerva en solitario. Aquí nadie lo humilla, nadie lo esquilma. Aquí sigue teniendo la condición que nunca debió perder. Cauce arriba es un río vivo, que genera vida a su alrededor y al que dejan vivir, que no es poco. Y, en estos tiempos de cloacas infectas, poder vivir esto y contarlo ya es una gran victoria.

Ruta completada:

Ruta de los molinos en las Hoces del Huerva

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