Teruel

La Modorra de Cucalón, muralla del Jiloca

Caminar por territorio turolense es sinónimo de silencio, de conexión casi inmediata con el paisaje. Esto es lo que nos pasó cuando decidimos subir a la Modorra de Cucalón, la máxima altura de la sierra homónima, que se eleva hasta los 1482 metros.

La niebla todavía nos niega el paisaje
La niebla todavía nos niega el paisaje

Escapar de los días sombríos de invierno es casi un ritual desde que vivimos en el Valle del Ebro. Cuando las nieblas se estancan, cuando el anticiclón se hace dueño y señor eterno de la cuenca fluvial del gran río, lo inmediato es buscar altura para recibir el cálido abrazo del sol y constatar, aunque sea durante unas pocas horas, que el cielo azul también existe.

El quejigar de la cara oeste de la Modorra
El quejigar de la cara oeste de la Modorra

Iniciamos la excursión en la modesta ermita de San Lorenzo, de la que se dice que pudo albergar el edificio religioso de un asentamiento medieval desaparecido en el siglo XV llamado Puerto Oriche. También se especula con el hecho de que Puerto Oriche pudiera haberse erigido en otra ermita cercana, la de San Bartolomé. El caso es que se pueden apreciar a simple vista los cimientos de la ermita desaparecida, que son manifiestamente de mayor envergadura que los de la ermita actual.

El pastoreo aún resiste en esta tierra
El pastoreo aún resiste en esta tierra

A su lado se levantan una serie de sencillas infraestructuras pastoriles, todavía en uso. Quién sabe si las piedras de ese antiguo poblado de Puerto Oriche sirvieron para construir las parideras que nos han llegado hasta el día de hoy. El camino de ascenso hasta la Modorra no tiene pérdida, ya que transcurre en su mayor parte por una pista forestal. A los pocos minutos de abandonar la ermita de San Lorenzo, aparece un manantial modesto, pero lo suficientemente importante para abastecer a una pequeña aldea.

Disfrutando como ella solo sabe
Disfrutando como ella solo sabe

Ahora sirve para calmar la sed de los animales que por allí pacen en épocas más bonancibles. La dureza del terreno se palpa paso a paso. El pequeño vallejo en forma de cubeta que forma el Barranco de la Cañada está al abrigo de los vientos impenitentes que azotan estos pagos, pero al llegar al collado de ascenso a la Modorra no hay resguardo posible.

El valle que ve nacer al río de Lanzuela
El valle que ve nacer al río Lanzuela y que se abre en Cucalón
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Surcos en la montaña

Desde aquí se vislumbra el páramo turolense que se funde con el zaragozano tras superar la pendiente de Paniza. Aparece ante nosotros el valle naciente del Huerva con Lagueruela y Ferreruela en el horizonte. Por suerte, el viento es débil y no molesta. Las nieblas ya se han disipado y solo resisten algunos jirones que el sol no tardará en descoser.

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Enfilamos la subida hacia la plataforma cimera

Desde el altiplano previo a la cima la panorámica es sencillamente imponente. Dicen que hasta el Sistema Central puede verse (nosotros no lo vimos), pero sí pudimos observar a simple vista los Pirineos en la distancia, el rey Moncayo y otras sierras de menor entidad como la Pelarda, de Herrera, del Peco, de Algairén o de la Santa Cruz.

Mirada hacia la Modorra de Bádenas
Mirada hacia la Modorra de Bádenas

La vista se recrea en este territorio de páramos insondables quebrado por elevaciones montañosas tan viejas como imperturbables. Pisamos los últimos metros de la plataforma kárstica de la Modorra, la porción última de una sierra que alcanza el cénit aquí mismo, antes de precipitarse en formidables cascadas rocosas hacia el llano.

Desplomes que miran hacia el valle del Cámaras
Desplomes que miran hacia el valle del Cámaras

El paisaje escupe severidad y dureza en cada piedra. El sobrepastoreo ha moldeado estos macizos y de qué manera. El tomillo, la lavanda y la santolina crecen a sus anchas. Un descarnado quejigar se aferra fuertemente al lomo oeste de la montaña. Las canchaleras lo cercenan en algunos tramos.

Bádenas, Nogueras, Santa Cruz de Nogueras
Bádenas, Santa Cruz de Nogueras, Nogueras y Villar de los Navarros

En su cara norte aparece la joya de la corona, un pequeño bosquete de tejos que se mezcla con algunos arces de Montpellier. En estas zonas umbrías se han encontrado ejemplares de la esquiva Saxifraga moncayensis, un endemismo puramente ibérico, la bella planta que es capaz de quebrar la resistencia de las piedras para seguir viviendo.

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Sector que ve nacer al Cámaras

No pudimos acceder a este enclave de gran valor ecológico porque Fiona decidió que las pedreras de la cara norte no eran un sitio seguro para descender. Nosotros tampoco lo vimos claro, ya que había placas de hielo ocultas que dificultaban el avance seguro. Fiona, tienes razón, nos vamos por donde hemos venido. Volveremos en otra ocasión.

El maravilloso valle donde se asienta el Colladico y Piedrahíta
El maravilloso valle donde se asienta el Colladico y Piedrahita

El este también deparó sorpresas y deleite a partes iguales. El valle de Piedrahita, con el Colladico en primer término, es un paisaje de lo más plástico. El valle abierto por el río Cámaras apelotona poblaciones como Bádenas, Santa Cruz de Nogueras y Nogueras. Esta zona, aun intensamente humanizada y dotada de suelos pobres, de inviernos crudos y primaveras fugaces, alberga un número importante de fuentes y manantiales

Hacia el norte con un mar de montañas como dientes de sierra
Hacia el norte con un mar de montañas como dientes de sierra desgastados

En las alturas de la sierra aún se pueden ver algunos remanentes del sufrimiento que supuso la Guerra Civil en forma de trincheras. Da verdadero escalofrío observar esas paupérrimas construcciones desde donde los sublevados controlaron esta línea del frente en la sangrienta Batalla de Teruel.

La planicie de Campo Romanos hacia el oeste
La planicie de Campo Romanos hacia el oeste

Aquí, en un radio escaso de kilómetros, nacen ríos como el Cámaras, el Huerva, el Aguasvivas o el Nogueta, todos ellos afluentes o subafluentes del Ebro en su margen derecha, la ibérica, la olvidada. El agua dio vida a estos páramos, asentó poblaciones en sus márgenes y les proporcionó el sustento vital. Ahora, la inmensa mayoría de estos pueblos agonizan con pirámides demográficas insostenibles a corto plazo.

La Modorra vista desde el cordal de enfrente
La Modorra vista desde el cordal de enfrente

Para no pisar la misma pista forestal que recorrimos a la ida, decidimos buscar la ermita de San Lorenzo recorriendo el cordal que se sitúa justo enfrente de la Modorra y que ocluye por el oeste este vallecillo. Una vez más, entre crestas y aires limpios, descendemos hasta arribar a la Paridera de la Jota, un desvencijado amasijo de piedras. Solo nos resta recorrer los últimos metros entre campos aún incultos hasta San Lorenzo.

San Lorenzo y sus parideras anexas al caer la tarde
San Lorenzo y sus parideras anexas al caer la tarde

Recorrido para admirar horizontes interminables, para observar los últimos coletazos de un pastoreo ancestral, para deleitarse con las fajas de tierra ganadas a una montaña áspera de la que solo brota el cereal, para recrearse en el silencio más absoluto, en la ausencia, en esa nada que duele en los oídos pero que alimenta el alma.

Ruta completada:

Modorra de Cucalón desde la ermita de San Lorenzo (en invierno, y con temperaturas negativas, es muy probable que el acceso de la cara norte de la Modorra presente placas de hielo que dificulten el paso. Valorar el ascenso o descenso por aquí en función del estado del terreno y las capacidades físicas propias)

Fuentes consultadas:

Puerto Oriche (Xilocapedia)

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