Panticosa y su balneario forman parte del imaginario colectivo del Pirineo. Su pulso sigue siendo fuerte y sostenido, pese a los desmanes urbanísticos perpetrados. Miles de montañeros acuden atraídos por su contundencia granítica. La naturaleza prevalece sobre la ignorancia.

El objetivo de esta ruta es alcanzar el Puerto Viejo de Brazato, el que comunica actualmente el Alto Gállego y el Sobrarbe, un puerto de montaña a casi 2600 msnm.

Antes caminaremos a paso lento pero sostenido por un camino que nos llevará hasta el sistema lagunar de Brazato, con una serie de ibones escalonados que representan las huellas de un pasado cuaternario gélido.

El recorrido abandona las instalaciones contemporáneas del balneario y sobrepasa las vergonzantes ruinas de las fuentes del Hígado y del Estómago, también conocida esta última como la de la Belleza. En 2018 siguen esperando que alguien con un mínimo de sensibilidad las consolide y les devuelva la dignidad que debieron recuperar hace años.

Las primeras revueltas son cómodas y transcurren por un camino amplio y sombreado, entre árboles alóctonos, que sigue un trayecto sencillo, acomodado a las pisadas de los clientes adinerados del XIX y del XX que acudían a este recodo montañoso de la provincia de Huesca.

La sombra de pinares negros de repoblación sigue acompañando nuestro esfuerzo inicial. La zona que pisamos fue un yermo hasta la década de los 50 del siglo pasado. La roca granítica afloraba sin oposición. Ahora, la cobertura forestal se ha naturalizado y crece con vigor.

Conforme vamos ganando altura, el batolito de Panticosa empieza a mostrarse a cara descubierta. Se extiende a lo largo de 40 km2 y es la menor en extensión de las tres áreas plutónicas que forman parte del macizo Cauterets-Panticosa.

Estamos en pleno Pirineo Axial, en el eje central de la cordillera, disfrutando a cada paso del viejo espinazo paleozoico. Nuestros pies pisan materiales formados a finales del Ciclo Hercínico, cuando las antiguas rocas sedimentarias se transformaron en las metamórficas actuales.

Las bolsas de magma que emergieron del interior del planeta fueron las responsables de alterar su composición física y química. También en esta época se formaron cordilleras más altas que los actuales Pirineos. Prácticamente nada queda de ellas. De esto hace 250 millones de años…

Las aguas calientes que afloran centenares de metros más abajo en el balneario siguen demostrando que el corazón de Panticosa sigue siendo de fuego. Esta zona que caminamos es la zona del Sarrato, topónimo aragonés que alude a una sierra de menores dimensiones que procede de una entidad orográfica mayor.


Y así es, ya que el Pico del Sarrato, que apenas supera los 2500 metros, es la extremidad final de un poderoso brazo cuyo hombro culminante es la Punta de los Batanes, que se eleva a 2912 msnm.


Y sin darnos cuenta, después de superar un primer tramo de canchal, indudablemente avalanchoso, estamos a las puertas del embalse de Brazato, un ibón represado que alimenta el sistema de presas del Salto de Baños, compuesto por los ibones de Bramatuero, Pezico, Azules, Brazato y Bachimaña. Su puesta en servicio fue en 1927.

Este, en concreto, tiene una capacidad de 3 hm3 y sus aguas comunican mediante dos tuberías con el túnel de carga de Bachimaña inferior.


El Ibón Bajo de Brazato no tiene ningún aprovechamiento y sus aguas bajan libres hasta el idílico Ibón de Baños del balneario, que constituye el reservorio de agua del Salto del Pueyo.

Llegamos al territorio vedado de la alta montaña, que muestra un modelado periglaciar de canchales y pedreras sobrecogedor. Su disposición caótica agita nuestras mentes cuadriculadas. Su desnudez nos hace sentir desabrigados a pesar del calor. Caminamos por un desierto de altura, un erial de hielo y nieve.

El universo mineral se abre ante nosotros con la firmeza de la roca que acoge. No hay lugar para los excesos, cada brizna de hierba supone una victoria. Los inquebrantables Pinus uncinata son los únicos que cuestionan la aspereza de este territorio casi selenita.

Hay mucha belleza al caminar por estos parajes baldíos, de crestas afiladas, de deslizamientos poderosos, de gemas azules de aguas limpias.

El silencio se esconde en los Ibones Altos de Brazato, que se asientan en el circo glaciar de Labaza, como señales prominentes del hielo cuaternario que alimentaba al gran arquitecto, el glaciar del Valle de Tena.

Hace «solo» 36 000 años llegaba hasta la población de Senegüé —25 km más abajo—, donde dejó constancia de su autoridad con una morrena terminal a modo de muga entre la jurisdicción del hielo y de la tierra.

El gran arquitecto fluía como un gran río de hielo desde el fronterizo Portalet dera Nieu, con un límite de nieves perpetuas situado en torno a los 1700-2200 metros de altitud.

Las grandes masas heladas ocuparon los cauces fluviales ya existentes y llegaron a descender hasta cotas inimaginables, dado que sus áreas de alimentación se situaban ampliamente por encima de los 2000 metros.

El Sobremonte de la Tierra de Biescas, Oliván o Susín, por citar algunos ejemplos, no habrían existido sin el avance de la gran bestia de hielo. Sus poblaciones están asentadas sobre morrenas laterales que acumularon derrubios en los extremos del glaciar. ¿Cómo si no íbamos a encontrar grandes bolos graníticos a la entrada de Susín y en el camino de Oliván hacia Berbusa?

Actualmente, en nuestras latitudes, el límite inferior de nieves perpetuas se sitúa más allá de los 4000 msnm, de modo que los pocos glaciares activos que sobreviven en el Pirineo están condenados a una desaparición inminente.


Desde el punto de vista humano, el más terrenal, llegar hasta estas alturas es presenciar la lenta disolución de una cordillera que se deshace con el paso de las estaciones, lenta y pertinazmente, aunque por nuestra insignificancia no seamos conscientes de los cambios.

El Puerto Biello de Brazato, el paso de pastores y contrabandistas, nos queda a la vista. Allí finalizaremos la ruta, con la vista puesta en una de las montañas más bellas de la cordillera, el Macizo de Vignemale, coronado por el Pique Longue que toca el cielo a 3298 msnm.

En Aragón se le conoce con el nombre de Comachibosa. Su origen toponímico tiene que ver con el término «coma», que deriva del francés «combe». Sería, en este caso, un valle glaciar en altura, un sinclinal colgado. En altitudes más modestas, las comas designan depresiones más o menos llanas que se ubican entre montañas y se destinan a aprovechamiento ganadero.

El añadido «chibosa», como mera suposición, lo relacionaría con el remate prominente en forma de joroba de la propia arista cimera, que se asemejaría a una montura justo encima de esa coma.

Al otro lado, el inmenso Sobrarbe, con el GR 11 que se marcha por la Ribera de los Guirrios a través de los Ibones de los Batanes. Estamos en un collado a gran altura, pero apenas sopla el viento. Disfrutamos estos instantes del modo que se disfrutan los grandes regalos.

Volvemos al balneario por el mismo camino, pero esta vez sin darle la espalda a los picos que ahora reciben el sol de la tarde. Cuánto por tan poco. El Pirineo habla un idioma universal, el de la montaña, y tenemos suerte de conocerlo.
Ruta completada:
Ibones Altos de Brazato desde el balneario de Panticosa
Fuentes consultadas:
Arcega Francisco, Aznar Eduardo, Germán Luis (2005). Desarrollo de las presas y aprovechamientos hidroeléctricos en la cuenca del Alto Gállego. Actas del II Congreso Nacional de Historia de las Presas
Cano Javier (1997). Nieves perpetuas. Calendario meteorológico 1997 pp. 275-282. AEMET (Agencia Estatal de Meteorología)
Tarazona Carlos (2014). Balneario de Panticosa. Blog Esmemoriáus