Los territorios de frontera siguen siendo reservorios de una riqueza inmaterial enorme. De la que conviene observar con unas lentes especiales, discretas y humildes pero muy transparentes. La población soriana de Beratón no escapa a este enfoque.

Villa rayana, que limita al este y norte con Purujosa, Talamantes y Añón, señeras poblaciones de la Zaragoza moncaína.

Beratón se precia de ser el pueblo situado a mayor altura de la provincia de Soria, que ya es decir, en una provincia de por sí elevada, con hitos ibéricos tan destacados como las sierras de Urbión y Moncayo.

En el caso de Beratón es el propio Moncayo el que, a sus espaldas, ha configurado una personalidad heterogénea y mestiza, a medio camino entre lo castellano y lo aragonés, con un vínculo montañoso común.

En particular, Beratón se desangra en agua. Dos ríos principales surgen en su término, el Isuela y el Araviana, junto con decenas de fuentes, arroyos y barrancos, algunos de ellos acaparados por el expansionismo industrial de Ólvega, como el arroyo Hontanares, del que se detrae 13 litros por segundo desde 1984 a cambio de 18 000 euros anuales.

Pese a estas prácticas especulativas y cortoplacistas con el medio natural y las gentes que aún lo habitan y dependen de él, esta reserva de agua aún abundante se traduce en unos recursos endógenos extraordinarios en forma de mosaicos de pasto y matorral.

La ganadería fue sustento y aún lo sigue siendo. Sus pastos se siguen arrendando y las laderas deforestadas, raídas por el diente de rebaños de oveja y cabra moncaína, siguen mostrando un terreno aprovechado primariamente.

Dicho paisaje contrasta con la vertiente oriental aragonesa, donde sus virtudes forestales le valieron la declaración del Parque Natural del Moncayo.

Como se ha dicho, en su término brotan las primeras fuentes del Araviana —conocido como el Diluvial o Cascajal por los habitantes de su valle—.

En su cabecera el también nombrado como río Viejo, ve la luz en las laderas pendientes situadas entre el Alto de los Almudejos y el Cabezo del Caíz, topónimos ambos que incluyen medidas de capacidad de común utilización hace no demasiadas décadas.

Singular es el caso del Araviana, que abraza el caudal de cabecera de numerosas fuentes y manantiales del Moncayo y de la vecina Sierra del Tablado y que debieran dar buena vida a las poblaciones del valle antes de desembocar en el poderoso Duero.

Pero tal hecho no sucede porque, al abandonar el faldón de rocas impermeables del Moncayo, se infiltra en un complejo sistema de calizas permeables para que, a través de un fenómeno de captura de cuenca, sus aguas broten tumultuosamente en el nacedero del río Queiles, que tributa sus «traidoras» aguas al padre Ebro, que hacen «pobre a Castilla» y «rica a Aragón».


Desde el collado de los Almudejos —o del Salegar, presumible lugar donde los pastores daban sal al ganado—, frontera entre los antiguos reinos de Castilla y Aragón, donde aún se siguen reuniendo los rebaños de Beratón y Añón, se aprecia con enorme detalle un pradillo confinado entre montañas, de inusual verdura para un mes de diciembre.

Es el Prado o Prao del Hoyuelo, nacedero del río Isuela, que solo gasta cuatro kilómetros de sorianía frente a los cuarenta restantes de discurrir zaragozano antes de ceder sus preciadas aguas al río Aranda en Arándiga.

El Hoyo de Morana, nacedero del río Huecha —o la Huecha—, pisando territorio zaragozano del término de Añón, es una joya rara que nos regala el Moncayo.

Pese a que el Moncayo tiene la consideración de «pantalla pluviométrica», asentado entre las estepas aragonesas y las mesetas castellanas y actúa como parteaguas entre el Duero y el Ebro, su modelado fluvial es ciertamente mediocre.

A ello contribuye su núcleo paleozoico, sólido e impermeable, que solo da lugar a la escorrentía superficial como resultado de la fusión de las nieves.

Por eso el relieve fluvial de la cabecera de la Huecha es especialmente singular y bello, pues desde el Cuaternario ha cincelado profundos valles en forma de V que inciden en los potentes sustratos silíceos del Moncayo.

El Hoyo de Morana moncaíno guarda parentesco con el valle pirenaico de Aguatuerta. Ambos son turberas asentadas sobre terrenos acidófilos, ambos acunan aguas de trazados meandriformes y ambos acogen una flora muy especialista, seleccionada no solo por el tipo de suelo sino por el diente del ganado.

El Gobierno de Aragón considera estos humedales de montaña «Puntos de Interés Biológico». Al Hoyo de Morana hay que sumarle una figura más: «Zona de protección de flora del Parque Natural del Moncayo».

Por eso no es de extrañar que la primavera de este rincón moncaíno se hermane con la exuberancia de los altos prados del Pirineo.

Como cualquier turbera de alta montaña, el Hoyo de Morana no escapa a su inherente fragilidad ya, que por lo somero de la circulación subterránea, es muy vulnerable a la contaminación de origen superficial.

Afortunadamente, sobre sus aguas no se cierne ningún amenaza aparente y, junto con las del Isuela, son las de mayor calidad del macizo del Moncayo.

Su cabecera de suelos impenetrables y poco profundos, con una media de precipitación de 950 mm por año, es el origen de las temibles «Huechadas», grandes barrancadas que generan en corto espacio de tiempo elevados caudales punta.

Al otro lado del collado se abre el Hoyo de Horcajuelo, de mayores angosturas en su cabecera, pero de amables relieves en su zona basal, donde se levantan unos corrales remozados, garantía de que allí se sigue apacentando el rebaño en los estíos moncaínos.

El barranco de Horcajuelo, conocido como el «Cajuelo» por los añoneros, está cercado por las grises paredes calizas del Morrón, que desde hace un tiempo acoge de forma estable a una pareja de quebrantahuesos.

Si en el Pirineo han encontrado un hogar, ¿por qué no habrían de encontrarlo en el Moncayo si este cumple todos sus requisitos ecológicos? Qué hermosa noticia sería poder ver recortadas en el cielo moncaíno las siluetas de estas grandes rapaces.

El contraste de los dos Moncayos, el silíceo nuclear y el calizo excéntrico, se hace patente en Horcajuelo. Al oeste, el fulgor rojizo del sílice de la Muela de Horcajuelo; al este, los tonos cenicientos del calcáreo Morrón. Es la colisión de lo estanco y lo permeable, de los universos superficial y freático, de lo viejo y lo nuevo.

Por aquí discurrían los caminos vecinales que marchaban hasta Añón por el cauce del barranco de Horcajuelo, y hasta Purujosa y Talamantes circunvalando el Morrón. También se urdía un complejo entramado de veredas y cordeles trashumantes, destacando el cordel de los Castillos de Herrera y la Vereda de Castilla.
En el collado del Hoyuelo —o de la Cruz de las Heladas— se vislumbra el Hoyuelo del Isuela. Aquí se entronca con el Camino viejo de Aragón, una vereda que vinculaba, ahí es nada, los pueblos del este de Soria con los del oeste de Zaragoza.

En este modesto prado, mantenido por los rebaños de Beratón, amén del citado nacimiento del Isuela, se da en primavera una de las poblaciones más abundantes de la especie subalpina Trollius europaeus (calderones) de todo el Sistema Ibérico.

Otra peculiaridad más de esta geografía limítrofe, donde las aguas del Isuela aprovechan la debilidad de los estratos de calizas y cuarcitas para aflorar cargadas de carbonatos procedentes del Morrón y de la Muela de Beratón.

A excepción de la cabecera repoblada con pino negro y silvestre del Hoyo de Morana, la cobertura forestal en estas laderas meridionales es casi anecdótica.

Hasta ahora, que habremos de atravesar el rebollar de Beratón, una muestra relicta de los bosques mediterráneos que custodiaron los secretos de esta montaña antes de la llegada del hombre.

Solo nos queda acceder al Alto de San Mateo, que acogió en origen a una población celtíbera de pelendones, y que actualmente solo muestra los restos difusos de un recinto amurallado, acumulaciones informes de piedras y abundante cerámica medieval.

El control que se obtiene desde esta atalaya justifica su ocupación por diversas civilizaciones, máxime cuando vigila, como ya se ha dicho, unas tierras de naturaleza rayana.

Beratón y sus formidables eras esperan abajo. Se cierra un círculo prodigioso por una porción minúscula del gran macizo que ampara el nacimiento de hasta ¡tres ríos! Los tres tributan al Ebro, dos nacen en Soria y uno en Zaragoza.

Una tierra preñada de agua, tan generosa como acaparada, que marca los confines geográficos, geológicos y sociales de dos universos que, sin embargo, tejen las hebras de un mismo Moncayo.
Ruta completada:
Fuentes de los ríos Araviana, Huecha e Isuela desde Beratón
Más información en:
Uribe-Echebarría Díaz, Pedro María (2002). Vegetación e itinerarios botánicos en el Parque Natural del Moncayo. Zaragoza: Consejo de Protección de la Naturaleza de Aragón.
Hola.
Que bonito y poco conocido es todo el entorno que rodea la zona del Beratón. Yo por suerte lo he visitado muchas veces porque mi abuela era de la Cueva de Ágreda y mi abuelo de Borobia.
Toda la zona que envuelve el barranco del Horcajuelo y de la Morana, es de una belleza fascinante, a cualquiera que le enseñes una foto de lugar y le digas que es el Pirineo se lo cree.
Lo que nunca he visitado ha sido el nacimiento del Isuela, me han comentado que para hacerlo remontando el curso del río, es una zona un poco complicada de caminar, quizás sea mucho mejor desde la pista, por dónde fuisteis vosotros?.
Con los buenos ingredientes que tiene la zona (tranquilidad, comida, agua …) no es de extrañar que el Quebrantahuesos se quede e incluso, logré criar.
Para mi gusto una de las mejores subidas al Moncayo, es la que empieza desde la Dehesa de la Cueva de Ágreda, remontando el cauce del barranco de las Majadillas y atraviesa, un espectacular robledal, para luego bajar por el GR. 86 hasta la cueva de Ágreda.
Un saludo.
Hola, Eduardo:
Sí es cierto, sí. Es una de las zonas más singulares del Moncayo, y mira que tiene lugares dignos, pero es que este es una joya de las sierras ibéricas.
Pues, a ver, para subir al Hoyuelo del Isuela lo tienes muy fácil. Sales de Beratón en dirección norte. Una vez superado el Castro de San Mateo, surge un pequeño desvío a la derecha que abandona la pista y se introduce en un rebollar (es la imagen que aparece en la 2.ª foto de la entrada: «Rebollar y Muela de Beratón»). La dirección es muy evidente, camino perfectamente trazado, de hecho, en Beratón se le conoce como el «Camino viejo de Aragón», muy transitado antaño, vía de paso fundamental entre los pueblos del este de Soria y del oeste de Zaragoza.
Poco antes de llegar al Collado del Hoyuelo, frontera entre Soria y Zaragoza, verás un prado con un cartel explicativo, una fuente y un abrevadero. Ese es el Prado del Hoyuelo, justamente donde nace el río Isuela.
Saludos,
Excelente reportaje. Tardé treinta años en remontar Morana gracias a la ayuda del intrépido Jesús E. Pero el Isuela desde algo más arriba de la fuente de La Carrasca permanece virgen porque las chopas y la vegetación fluvial es caótica y cerrada desde que el hombre no sobrevive de sus magros recursos. Además, el caudal es irregular en el límite de los terrenos calcáreos y solo aflora ya en Aragón por La Carrasca. El castro de San Mateo es el único que permaneció habitado hasta la Edad Media: es uno de los grandes enigmas que esconde Moncayo. Igualmente tiene una mina del mejor hierro mundial(la magnetita), quizá uno de los materiales de las falcatas ibéricas, las katanas de la antigüedad.
¡Gracias por aportar!
Qué de cosas interesantes cuentas.
Tiene muchas cosas aún por desentrañar este Moncayo. Por añadir algo, el Castro de San Mateo sigue conservando los arranques de la muralla perimetral, lo que pudo ser una entrada en recodo, diversos amontonamientos de piedras de lo que pudo ser una torre óptica y, de forma muy evidente, incontables restos de céramica. Estoy convencido de que una campaña arqueológica lograría sacar a la luz innumerables tesoros.
Desconozco cuándo fue la última campaña arqueológica en el cerro de San Mateo, lo consultaré. Cuando hay un poblamiento tan continuado se produce un revoltijo de restos que no ayudan a los expertos, y más si el terreno no permite que las catas arqueologicas permitan sacar, como capas de una cebolla, valiosos datos en cada una de esas capas.
Quién sabe si algún resto sea igual de antiguo que la urna descubierta en la Cueva de las Palomas, en la muela de Beratón. Esa excavación figura en http://www.elnidodeaguilasdelmoncayo.com/2016/06/la-gran-tinaja-de-la-edad-de-bronce-de.html
Por otra parte hay una escueta reseña, pero muy completa, sobre el castro en el enlace
https://celtiberiasoria.es/es/los-castros/san-mateo-beraton
Gracias por compartir tus caminatas. Nos vemos cogiendo setas.
Magnifico el reportaje. Bien explicado y con sencillez. Las fotografías, que son excelentes, suponen un complemento y una ayuda visual importante. Gracias.
A menudo visito la página de «el nido de las águilas del moncayo» y es allí donde os he encontrado. Soy del otro lado del monte, de Ainzón y Borja, pero siempre he estado prendado por el Moncayo y por este otro lado que para mi nunca ha estado oculto.
Gracias y un saludo Monicaco
Enrique J. Cruz Pardo
Gracias por comentar, Enrique. Por aquí estamos para lo quieras leer y revivir.
A mí no me ha convencido nunca lo de la «cara oculta». Asumo que tiene un claro sentido de promoción turística, porque lo «oculto» siempre ha llamado la atención para ser visitado, pero tiene otras implicaciones más silenciosas que no me gustan.
Moncayo es y será un espejo para muchos, disfrútalo por tenerlo tan cerca.
¡Saludos!
Mis padres ,mis abuelos y mas todos eran de Beraton.Mi niñez y mi nacimiento ya fue en Zaragoza .Tengo relatos de como era la viva en Beraton antes de la guerra civil.He visitado Beraton en varias ocasiones he bebido el agua de la fuente en la que bebieron mis antepasados, es mejor mas limpia que la del Pirineo, he subido por las escaleras de lo que fue la posada.Para mi un lugar maravilloso.Cuando llega internet completo?
Hola, Pepe. Gracias por tu testimonio.
Coincido contigo, para mí también es un lugar maravilloso.
Y sobre el agua de allí, lo sé bien, llené varias garrafas de la fuente y la bebí durante semanas. Decir que estaba rica es quedarse corto.
Ay, Internet ¡Internet! No me cabe en la cabeza que con todo lo que ha pasado, con la importancia que tienen hoy las comunicaciones virtuales, estemos todavía en estas. Y eso que la ONU dijo hace ya un lustro que el acceso a Internet era un derecho humano universal…