Valdemadera, los caminos del carbón
Algairén y sus mil caminos y sendas. Siempre como avanzadilla de la Ibérica zaragozana, como mosaico confundido de cultivos y bosques mediterráneos, como ínsula forestal en imparable expansión.
Algairén y sus mil caminos y sendas. Siempre como avanzadilla de la Ibérica zaragozana, como mosaico confundido de cultivos y bosques mediterráneos, como ínsula forestal en imparable expansión.
Alpartir es singularísima. La atraviesa un río que nace en los altos de un bosque de robles albares, tan escasos en la provincia. En sus montes de rocas viejas y angulosas germina un raro narciso albar, un endemismo ibero-marroquí que alcanza en esta localidad su límite de distribución septentrional en la península.
El río Grío es el curso fluvial de mayor entidad de la Sierra de Algairén. Con todo, se viste de pura humildad a lo largo de sus cortos 37 kilómetros, desde que ve la luz en las laderas occidentales de la Atalaya hasta que cede sus mermadas aguas al Jalón, a la salida de Ricla.
Las Cascas, junto con la Butrera, San Cristóbal y Mosán, son las montañas señeras de Alpartir. El paisaje que rodea estas cascas es un paisaje bellamente humanizado, que muestra su huella rotunda, muy a pesar del abandono de las prácticas tradicionales.
El Cabezo de la Atalaya es el último gran bastión de la Sierra de Algairén antes de declinar suavemente hacia las primeras tierras del Campo de Daroca.